Hay que tener en cuenta que los colores pueden sufrir ligeras variaciones en la impresión respecto a lo que se visualiza por la pantalla del ordenador debido a posibles desajustes de la pantalla.
El archivo debe estar diseñado en CMYK, nunca en RGB, ya que es el único modelo de color utilizado en la impresión.
Las imágenes en RGB, como el Pantone, son utilizadas para pantallas. Para poder imprimirlas, los colores se convierten en sus equivalentes disponibles más cercanos en CMYK, por lo que pueden sufrir variaciones respecto a lo que se visualiza en la pantalla del ordenador.
En cuanto a impresiones en escala de grises, el archivo debe estar en escala de grises.